La revista Literata publica en su número de este mes una entrevista de Manel Vega Nicolàs a la traductora y profesora de traducción Montserrat Conill. La primera pregunta ya es de capote, sello y colleja: «Sra. Conill: El traductor es un traidor». Sin comentarios. En cuanto a la quinta, pese a haberla releído en el parque, en el despacho y en el baño, sigo sin comprenderla: hablando del saber del traductor, don Vega dice: «Claro que a veces [el traductor] sabe más por aparecer en los medios o por ser la senyera de Cataluña», a lo que doña Conill responde: «Es obvio. No obstante, creo que es algo legítimo y muy recomendable. Las editoriales deben apostar por autores conocidos para que hagan sus traducciones. Gracias a ello aumentará la calidad de la traducción y el número de ventas». ¿Perdón? ¿Me he perdido un chiste privado?
Si no para otra cosa, la entrevista me ha servido para recordar otra que la señora Conill le hizo a Selma Ancira hace unos meses (y que incrusto a continuación) con motivo de la entrega del Premio de Traducción Ángel Crespo. No hay mal que por bien no venga.