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Posts Tagged ‘José Luis López Muñoz’

Es el título de una mesa redonda celebrada en el Cervantes de Madrid con María Teresa Gallego (traductora de Jonathan Littell y Balzac), José Luis López Múñoz (traductor de Faulkner y Henry Fielding, de quien ya hablamos aquí), Miguel Sáenz (de Günter Grass y Thomas Bernhard), Ramón Sánchez Lizarralde (de Ismail Kadare). Hay momentos en que la charla es algo dispersa, pero vale la pena ni que sea por las aportaciones y anécdotas de Miguel Sáenz, en especial la de los atentados contra los traductores de Salman Rushdie en Italia y Japón. Me llega gracias a Celia Filipetto y, como no me dejan incrustar el vídeo, dejo aquí el enlace. En breve, más sobre autores y traductores…

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Joseph Andrews - CubiertaAvisé hace unos días: de cuando en cuando iré comentando traducciones que por una razón u otra me parecen sobresalientes.

Creo que es de justicia poner en primer lugar a José Luis López Muñoz y su versión del Joseph Andrews de Henry Fielding (Madrid, Alfaguara, 1978). Lugar común de las clases y tertulias de traducción es decir que el primer paso para aprender bien el oficio es leer mucho en lengua original. Aquí digo que leyendo Joseph Andrews concluí que en pocos sitios podrá aprenderse más del oficio que leyendo traducciones ejecutadas en estado de gracia. El reto era grande, no por nada el título completo de la novela reza: «La historia de las aventuras de Joseph Andrews y de su amigo Mr. Abraham Adams escritas a imitación de la manera de Cervantes autor de don Quijote». Ahí es nada: a las dificultades comunes a toda traducción de un clásico añejo se añade la constricción de recrear cierta afinidad con la lengua de Cervantes sin caer en amaneramientos ni arcaísmos injustificados.

De propina, un fragmento tomado de la pág. 153 (podía ser éste como podía ser cualquier otro: son cuatrocientas páginas de continua caída de baba):

[T]ampoco hicieron falta los ruegos de la pobre desgraciada para que el vicario, levantando la vara, la dejase caer con toda su fuerza sobre la parte de la cabeza de su atacante que, según opinión de los antiguos, contiene el cerebro. Cerebro que, sin duda, hubiera quedado destrozado si la naturaleza (que, como algunos sabios han hecho notar, equipa a todas las criaturas con lo que pueda serles de más servicio) no se hubiera preocupado (como hace siempre con los que prepara para el combate) de que aquella parte de la cabeza fuera tres veces más gruesa que en las personas ordinarias, que deben ejercitar talentos vulgarmente llamados racionales y para los cuales, como el cerebro resulta necesario, la naturaleza se ve obligada a dejar cierto espacio en la cavidad del cráneo. En cambio, como ese ingrediente resulta enteramente inútil en personas de vocación heroica, la naturaleza tiene en esos casos la oportunidad de espesar el hueso, haciéndolo menos susceptible a cualquier impresión y menos apto para que se quiebre o se rompa, y, de hecho, en el caso de algunos predestinados al mando de ejércitos o imperios, consigue, a veces, que esa parte del esqueleto sea perfectamente sólida.

José Luis López Muñoz es doctor en filosofía y en 1980 obtuvo el Premio Nacional de Traducción. Ha traducido, entre muchos otros, a Virginia Woolf, William Faulkner y E.M. Forster. Que ya es.

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