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Posts Tagged ‘Larra’

Otra pequeña perla (ya comentamos una aquí) que Larra dedicó a los traductores:

Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.

[Fuente: Mariano José de Larra, «Vuelva usted mañana», en Artículos, ed. Carlos Seco Serrano, Barcelona, Planeta, 1964, pág. 118.]

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Buena parte de las XVII Jornadas en torno a la Traducción Literaria (Tarazona, 25-27 de septiembre) estará dedicada este año a la traducción teatral. Esto me ha recordado un artículo de Larra que seleccioné allá por 2005 para una antología sobre la traducción para la (¿extinta?) revista Torsimany, proyecto que nunca llegó a buen puerto. El texto («De las traducciones», aquí abreviado) está tomado de los Artículos, editados por Carlos Seco Serrano (Barcelona, Planeta, 1964, págs. 942-947). Tal vez cuelgue más en el futuro.

Varias cosas se necesitan para traducir del francés al castellano una comedia. Primera, saber lo que son comedias; segunda, conocer el teatro y el público francés; tercera, conocer el teatro y el público español; cuarta, saber leer el francés, y quinta, saber escribir el castellano. Todo eso se necesita, y algo más, para traducir una comedia, se entiende, bien, porque para traducirla mal, no se necesita más que atrevimiento y diccionario: por lo regular el que tiene que servirse del segundo, no anda escaso del primero.

[…] La tarea, pues, del traductor no es tan fácil como a todos les parece y por eso es tan difícil hallar buenos traductores; porque cuando un hombre se halla con los elementos para serlo bueno, es raro que quiera invertir tanto trabajo sólo en hacer resaltar la gloria de otro. Entonces es preciso que sea muy perezoso para no inventar, o que su país tenga establecida muy poca diferencia entre el premio de una obra original y el de una traducción, que es precisamente lo que entre nosotros sucede.

Nuestro teatro moderno carece de buenos traductores. Entre todos se distingue Moratín: nótese como en El médico a palos españoliza una comedia, producción no sólo de otro país, pero hasta de una época muy anterior; hace con ella el mismo trabajo que Molière había hecho con Terencio y Plauto, y que Plauto y Terencio habían hecho con Menandro. No era Marchena poeta cómico, pero merece un lugar distinguido entre los traductores. Gorostiza fue menos delicado, si tan buen traductor, porque alcanzó un tiempo en que era más fácil revestirse de galas ajenas; y así, sin que queramos decir que siempre fue plagiario, muchas veces no vaciló en titular originales sus piraterías.

[…] Parece que de las dos cosas que hemos dicho ser necesarias para traducir mal una comedia, los traductores de estas dos novedades [La viuda y el seminarista y Los guantes amarillos] no han tenido más que una, esto es, el atrevimiento, porque a haber tenido también diccionario, imposible es que hubiesen hecho tan mezquinos truchimanes.

[…] El teatro español es una confusión; algún autor, algún actor, algún traductor; fuera de esas excepciones todo es caos y un completo olvido, por mejor decir, una ignorancia completa del arte, del teatro y de la declamación.

Diga usted esto sin embargo y verá usted levantarse en contra de la crítica autores, actores y traductores en masa; y en realidad, ¿quién tiene razón? ¿De parte de quién está el público? Lo ignoramos; el público pasa por todo, ni silba un autor, ni un actor, ni una traducción; ¡es posible que haya teatro en semejante apatía, con tan lastimosa indiferencia! No. Si ha de seguirse nuestra opinión, ciérrense los teatros; porque no hay reforma ni mejora posible donde no hay por parte de nadie amor al arte.

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