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Posts Tagged ‘Il gattopardo’

Inauguramos sección: «Mis charlas con gente invisible», título de montalbaniana y venutiana memoria. A ver lo que dura. Como serán entradas más largas, intentaré publicarlas antes del fin de semana o las semanas en que no estén previstos más posts. Allá vamos.

Esto ocurre en Barcelona el pasado miércoles 16. Pau Vidal (escritor, traductor de Camilleri, Lampedusa y Saviano, crucigramista de El País) me cita por sus barrios: «I on vius?». «Al Xino.» Hacía años que nadie me decía «el Xino» en lugar del Raval. Buenos presagios. Nos encontramos a la puerta de su casa y nos dirigimos a una tasca  sin nombre al lado de Riera Alta. Son las cinco. Juega el Barça. «És dels últims llocs autèntics que queden. –Y señalando una cabeza de toro disecada en la pared del fondo comenta–: El dia que l’Hereu ho sàpiga ens la tanquen.»

Empezamos hablando de su relación con la lengua italiana, que tiene su origen, cómo no, en un viaje de juventud a Italia, «un paraís per a qualsevol persona amb inquietud lingüística». Después llegan los cursos de italiano, alguna novia italiana, en fin, lo que todos, supongo. El camino hacia la traducción llega después, hacia 1997, durante sus tiempos de periodista cultural en El País; los contactos con editores lo animan a presentarse para una prueba. Traduce el primer libro, Bastogne, de Enrico Brizzi.

Poco después empiezan los Camilleris, quince hasta la fecha. «Tot va començar amb L’òpera de Vigata. L’Anna [Casassas] no s’hi va veure amb cor i em va tocar a mi.» A diferencia de los Camilleris castellanos, que se reparten entre María Antonia Menini (los Montalbanos) y Carlos Vitale (los demás), Pau carga con la práctica totalidad de lo que aparece en catalán. A diferencia de los Camilleris castellanos, Pau se exprime los sesos para conservar el asilvestramiento lingüístico de los libros del de Porto Empedocle. «En els llibres de Camilleri el llenguatge no és un recurs, és un personatge.» Y una novela a la que le falta un personaje es una novela trunca. (Sobre esto han escrito Giovanni Caprara y Caterina Briguglia.) ¿Por qué esta diferencia de enfoque? «Partim de tradicions diverses: el castellà ha estat una llengua imperial, com l’anglès, i els imperis han d’apretar les regnes si volen mantenir l’ordre. Hi ha un centralisme molt assumit.» Tal vez sí, tal vez los traductores al castellano le tememos a la norma feroz, a la utopia castradora del castellano neutro, a la RAE (bueno, a la RAE cada día menos). Menini, Vitale y Vidal viven en Barcelona. «¿Manteniu alguna mena de contacte?» «No.» No. «El traductor és un bitxo solitari, és poc social.»

Gol del Barça. Vítores.

Es inevitable: hablamos del Gattopardo. Le pregunto si consultó alguna traducción anterior. «No, no vaig mirar cap traducció.» Por lo visto, la de Llorenç Villalonga era poco fiable: «Però si no sabia italià! El primer que va fer quan en [Joan] Sales li va encarregar la feina va ser buscar la versió francesa. L’hi va corregir l’Aina Moll, que no es va atrevir a tocar-ne res» ¿Y la castellana de Ricardo Pochtar? «De Pochtar en parla molt bé en [Joan de] Sagarra; no me’n refio.» Eso sí, leyó libros que pudieran pertrecharlo para la travesía: I vicerè de Federico De Roberto, Bearn.

Pasamos al tópico de la retraducción periódica los clásicos: el viejo e indemostrado mantra de que el original no envejece mientras que la traducción sí. «De debó l’original no envelleix? El Tirant tampoc? Si la traducció és bona, no tinc clar que hi hagi una necessitat cíclica de retraduir.» ¡Por fin un disidente! Comenzaba a creer que sólo a mí me faltaba el gen de la retraducción cíclica. Y empezaba a preocuparme, palabra.

Sé que Pau es un defensor de las notas al pie, aunque no le dejen ponerlas. «En el cas d’en Saviano em semblaven imprescindibles. Com entén el lector d’aquí el que va ser el període de les mani pulite?» Hay quien dice que suponen una interrupción de la lectura. «A mi, personalment, no em destorben.» El tema merecería que se le dedicara una encuesta amplia un día de éstos.

Terminamos hablando de los medios: le comento que Pau Joan Hernàndez se negó a acudir a la entrega del premio Llibreter en protesta por la falta de atención que los reseñistas y críticos dedicaron a la tarea del traductor. «I ben fet que va fer.» De todos modos, Pau dice sentirse bien tratado: hace tiempo que su nombre aparece incluso en las cubiertas y ha dado una buena gira difundiendo la buena nueva del Gattopardo. «No m’agrada el plany, però seria un plany justificat. En tot cas, el monòlit del traductor està per fer.»

Hora de despedirse. Pau tiene que dejar listo de papeles el nuevo libro de Saviano y yo he quedado con Dima. Me meto en otro bar en la plaza del Rei y pido un café con leche mientras transcribo estas notas. El Barça ha terminado. Ponen un disco de Queen.

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Hace unos días hablaba aquí mismo de la nueva traducción catalana de Il gattopardo. Por puro azar encuentro ahora en la biblioteca del barrio El guepard 1970 de Lluís Juste de Nin (Alicante, Edicions de Ponent, 2008), una incisiva adaptación en formato cómic (novela gráfica la llaman algunos que van de sibaritas) del clásico de Tomasi di Lampedusa. Más que la novela, Nin sigue el hilo de la película de Visconti, cambiando los personajes de la Sicilia de la unificación por los de la Cataluña postindustrial de finales del franquismo y la transición: así, el trepa Tancred milita aquí en Bandera Roja, y el honor que el viejo gatopardo rechaza no es un escaño en el senado, sino la Creu de Sant Jordi. El autor tiene hasta el detalle de incluir un guiño a Llorenç Villalonga, primer traductor de la novela al catalán, al mostrarnos al patricio Salina en la cama leyendo Bearn. Extraordinario.

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Pau Vidal, traductor de Andrea Camilleri y Roberto Saviano al catalán y verbívoro en general, dará una charla mañana sobre su reciente traducción de Il gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Será a las 19 h en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona.

Hace pocas semanas algunos periódicos se hacían eco de la reaparición de la novela en las librerías, nuevamente traducida a partir de la edición «definitiva» de 2002. Y pongo las comillas porque no todo el mundo tiene muy claro el valor de esta nueva edición.

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