Uno de mis profesores de instituto, el inefable Yebra, tenía por costumbre decir en sus clases de literatura: «Este tío escribía más que el Tostado», tras lo cual estallaba inevitablemente en una risa entre incrédula y sádica. (Más tarde he sabido que Alonso Fernández de Madrigal también fue, obviamente, traductor.)
Me he acordado de Yebra y sus historias del Tostado a raíz de lo que cuenta Stacy Schiff sobre Dídimo, erudito y escritor bulímico donde los haya, capaz de departir sobre Homero, Demóstenes, historia, teatro y poesía. Dice Schiff que fue autor «de 3.500 tratados y comentarios, lo cual explica por qué no recordaba lo que él mismo había escrito y por qué era regularmente acusado de contradecirse a sí mismo».
En Quintiliano (Inst. Or., I, VIII, 20) se encuentra la anécdota que da pie al apodo bibliolathes (el que se olvida de sus libros), por el que era conocido:
Y acerca de Dídimo, que escribió más que ningún otro, existe cierta anécdota según la cual, cada vez que tildaba de absurdo un hecho histórico, se le mostraba un libro suyo donde lo refería.
Más inquina muestra Séneca aludiendo al mismo (Epist. 88, 37):
El gramático Dídimo escribió cuatro mil libros: le compadecería sólo que hubiese leído tan gran número de bagatelas. En estos libros se investiga sobre la patria de Homero, sobre la verdadera madre de Eneas, si Anacreonte vivió entregado más a la voluptuosidad que a la bebida, si Safo fue una prostituta, y otras cuestiones que, si las supiese, debería uno desaprenderlas.
Y concluye, con cierta mala leche: «¡Ven, ahora, y dinos que la vida no es larga!».
(Fuentes: Stacy Schiff, Cleopatra: A Life, Nueva York, Little, Brown and Company, 2010, pág. 137. ¶ Quintiliano, The Orator’s Education, ed. Donald A. Rusell, Londres-Cambridge, Harvard University Press, 2001 (Loeb Classical Library), págs. 207-208. ¶ Séneca, Epístolas morales a Lucilio, trad. Ismael Roca Meliá, Madrid, Gredos, 1989, vol. II, pág. 102.)
Quina anècdota més bona! De gent que escriu ximpleries la història humana n’és plena…
Quina anècdota més bona! De gent que escriu ximpleries la història humana n’és plena…
Salut!